27 octubre, 2005

A las Cosas # 8

Edición Especial Elecciones 2005.


Lejos estuvo de ser el plebiscito con el que no sólo había soñado el presidente a principios de año, sino con el que el jefe de gabinete intentó festejar con las primeras bocas de urna.

En Agosto pasado, Rosendo Fraga ya había planteado el efecto paradojal de la división de las filas peronistas: el kirchnerismo habría de conseguir un mayor número de diputados nacionales propios, como efecto de un porcentaje cercano al 35% a nivel nacional. Pero de manera paralela habría de perder el quórum. Hoy muchos analistas intentan alquimias diversas, de forma de dilucidar con cuantos diputados ha de contar el oficialismo en la Cámara. Pero es al “ñudo”. Los que sean amigos en los próximos tres meses no han serlo necesariamente en un año y mucho menos, en vísperas de las próximas presidenciales.

Es que en la naturaleza del peronismo, prevalece el “toma y daca”. Durante la campaña, a nivel mayorista (a políticos), se prometieron unos $25.000 millones en obras y subsidios. A nivel minorista, se repartieron desde electrodomésticos a planes de empleo y vaya a saber que más. Estos últimos ya embolsaron su paga y a primera vista, podemos concluir que al menos una parte, cumplió con su parte del trato y aportó su voto. Claro que ahora habrá que ver cuanto de lo prometido se cumple, cuan ahorcadas están las finanzas de las distintas provincias y desde ese panorama, iremos pudiendo entender las nuevas y viejas lealtades que den la mayoría o no que el oficialismo tanto declama necesitar, de manera de mantener la institucionalidad. Esto en sí mismo, demuestra la vocación mercantilista del peronismo, donde al consenso se lo considera como tal, sólo cuando se lo logra imponer.

Kirchner y no su esposa, ha logrado a fuerza de fondos públicos, amenazas de destierro e inclusiones en listas presentes y futuras, dominar la provincia de Buenos Aires de manera que ni su “padrino” lo había logrado. Con esto logró su parricidio político. O al menos dejó a Duhalde agonizando.

Asimismo, ratificó su poder en varias provincias de las “chicas” y muy necesitadas de los fondos nacionales: Formosa, Tucumán, Jujuy, San Juan, Misiones, La Rioja, Chubut y Entre Ríos. Logró sorpresivos triunfos en Río Negro y Catamarca y otros esperados como Santa Cruz y Tierra del Fuego. Como se verá, si no fuera por la provincia de Buenos Aires donde obtuvo 2.7 millones de sufragios, el total de votos obtenidos estaría lejos de los necesarios para poder siquiera sonreír. De allí la doble necesidad de ganar en ese distrito. Obtener la masa crítica y eliminar al anterior propietario.

Y nada más. De los otros cuatro distritos “grandes”, donde junto con el de Buenos Aires, se agregan dos tercios de los votos y los necesarios para reelegir presidente, apenas cuenta con un socio circunstancial en Córdoba, que dirá tal como hace dos semanas Colombí repetía en Corrientes: “Ganamos todos”. De allí a considerar a la provincia mediterránea como oficialista y a De la Sota aliado, se requiere mucha imaginación. En Santa Fe, recibió la peor de las palizas. Primero porque ni siquiera sumando al PJ con el FdV, hubiese podido modificar el resultado. Segundo, porque hasta último momento estuvo intentando convencer primero a la hermana del canciller y luego, ante lo inevitable que el futuro le mostraba, con el mismo vencedor de la lucha litoraleña. Algo similar le ocurrió en Mendoza, donde entre la UCR y el Partido Demócrata obtuvieron más del 45% de los votos. Finalmente, la victoria del PRO en la Ciudad de Buenos Aires, no por previsible, es menor. Resultó demoledor para el discurso oficialista, que aseguraba que los porteños se identificaban con él. Inclusive, utilizando los reconocibles métodos de la vieja política de acusar a 48 horas del cierre de campaña. Habrá que ver ahora que terminó esta, si la AFIP continúa con la investigación que se supone habrá de dilucidar la veracidad de la denuncia sobre las cuentas de Olivera.

Finalmente, y aunque ocurrió en distritos de menor caudal de votos, en Salta entre el romerismo y el partido de Gómez Diez, obtuvieron más del 60% de los votos. En San Luis, el PJ de Rodríguez Saa obtuvo un 63% frente a los 17% del FdV. En La Pampa ganó el PJ de Marín y el FdV no participó. En Santiago del Estero, el Frente Cívico obtuvo 71% y el FdV casi el 3% (el tres). En Corrientes, los representantes del FdV entraron terceros cómodos con un 12%. En Chaco, la UCR se quedó con el 56% y el FdV poco más de la mitad. Y en Neuquén Sobisch contra todos, FdV incluido, se quedó con el 50%.

El voto en blanco fue desde el 27% en Neuquén al 1.26% en Tucumán. Pero en términos absolutos, en la provincia de Buenos Aires, su 9.43% representó casi 668 mil votos o sea un 68% del total de los votos en blanco para diputados nacionales y la tercera minoría en la provincia. Asimismo, casi el 30% de los empadronados no votó. Esto demuestra de manera clara el desinterés que hay por la política.

Hasta aquí, los hechos tal como se han publicado en las últimas 72 horas. La foto. Ahora, hagamos un poco de política ficción.

Aún cuando el panorama dista de ser un “claro triunfo” del oficialismo, Kirchner ha logrado hacer desaparecer a dos de los tres contendientes peronistas que le podrían hacer frente en el 2007: Duhalde y Menem. Este último si bien estará en el Senado, sin poder territorial y con un peronismo cooptado totalmente desde Balcarce 50, seguramente buscará ladrar, pero todos saben que ya no muerde. Duhalde, seguramente encontrará algún conchabo de bajo perfil y gastos pagos, desde donde evitará el llano. Rodríguez Saa, buscará mantener alambrado su feudo y para eso, evitará complicarse en aventuras de difícil concreción y alto costo, en caso de fracaso. Seguramente, estará entre los nuevos amigos de la Rosada.

De manera similar, los dos “pre-candidatos” a la presidencia en 2007 no peronistas, también han quedado al menos para esa contienda, fuera de carrera. Tanto López Murphy como Carrió, han quedado con magullones de cierta envergadura y deberían pensar seriamente en buscar cimentar mejor sus respectivos espacios, antes de volver a arriesgarlos. Seguramente, ambos deban construir espacios políticos más amplios desde el Congreso, para lo cual sería razonable verlo a López Murphy encabezando la lista de diputados nacionales en 2007 y posiblemente, encabezando a un amplio sector en él representado.

Como corolario de estas elecciones y gracias al oficialismo, ha desaparecido al menos por ahora, el populismo de derecha que representaba el peronismo no kirchenista, quedando uno de izquierda: el oficialismo. Pero este nada tiene que ver con el centro izquierda al que intentó representar Carrió, el cual es la cara socialista del republicanismo. Tanto como López Murphy es la cara liberal.

Pero así como estas elecciones hirieron gravemente al peronismo bonaerense, también dieron estatura a dos jugadores que hasta ahora eran solo considerados como “proyectos”: Sobisch y Macri. El primero amaneció la Ciudad de Buenos Aires, con su lanzamiento para el 2007. Quizás quiso “primerear” a su aliado porteño, pero no siempre el que larga primero es el llega en ese lugar. Y en esta veleidosa ciudad, dar por comenzada una nueva campaña a menos de 24 horas de terminada la anterior, no cayó muy bien. De todas formas, Macri no solo ganó, sino que por efecto de los adversos resultados de sus eventuales competidores (Carrió en la Ciudad y López Murphy en la interna), ha quedado en una posición que le permitirá decidir su rumbo final, casi a solas.

Del otro lado del tablero, la mala performance de Carrió y la excelente de Binner, ha colocado a este en una posición que pocos podían prever hace 30 días.

Por último, pareciera que la onda expansiva en términos de la cantidad de partidos políticos, ha llegado a su máximo y que el tiempo de su contracción, está por comenzar. Se presentaron muchos partidos, pero la inmensa mayoría no pasó el umbral de una cadena de emails. Aunque, esta mayor concentración del voto, esta más relacionada a la realidad territorial de cada provincia/ municipio que al resurgimiento de los partidos.

Aún así, cabe pensar que en 2007, la alternativa de la oposición podría ser un frente protoperonista con Sobisch/ Macri o al revés, liderando a los heridos o no aceptables por el kirchnerismo, o bien Sobisch en la nación y Macri en la Ciudad de Buenos Aires. Aquí deberíamos incluir a Scioli, quien bien puede ser el tercero en discordia luego del papelón que hicieron juntos el canciller y el jefe de gabinete. Puede ir de vice de Sobisch o como jefe de la ciudad. Esto seguramente debe ser otro de los problemas no esperados por el presidente.

Si Kirchner logra llegar más o menos tranquilo al 2007, considerando que a diferencia de lo hecho hasta ahora, deberá tomar algunas decisiones de aquí en más, seguramente tendrá amplias oportunidad de repetir. Especialmente, ahora que buscará abroquelar a los heridos del PJ. En ese caso, la oposición tendrá pocas chances de reemplazarlo. Pero este no debería ser en ese caso el objetivo, sino la construcción de espacios que permitan controlar al ejecutivo durante los cuatro años de ese mandato y convertirse en alternativa real de poder para el 2011.

Para esto, se deberían conformar los dos espacios republicanos. El liberal liderado seguramente por López Murphy si es que decide hacer política en serio, en términos de hacer coincidir sueños con realidades, apoyado por el frente de partidos provinciales que en 2003 lo hizo brillar y algunos que en aquella oportunidad quedaron fuera del entramado y por el otro, seguramente Binner con el apoyo de Carrió, si es que esta logra dejar de lado su protagonismo exacerbado y de algunas expresiones socialistas que deberían buscar confluir en un espacio mayor.

Con este escenario, el 2005 podría haber sido el comienzo de una nueva era. Hoy un populismo mata al otro, siendo esta la única forma posible. La tarea que queda por hacer es descomunal. La oposición no peronista debería buscar trabajar de manera estratégica, sobre las mentes de los argentinos a fin de eliminar las prácticas del partido oficialista, de forma de comenzar a caminar hacia la Republica. Solo a partir de allí, deberían comenzar a diferenciarse los dos modelos económicos. Pero nunca más deberían discutirse las instituciones de la Nación. Caso contrario, habremos sido participes de tan solo otro simulacro de democracia.

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